La expedición literaria de estudiantes y docentes del Semillero Reporteros UNISINU revive la esencia de Gabriel García Márquez en su tierra natal y en los sitios que marcaron la vida e inspiraron el realismo mágico al nobel de literatura.Cuando llegamos a la plaza la emoción era incalculable todos cuchicheando sobre sus expectativas, tratando de analizar que por fin estábamos literalmente recorriendo las huellas de Gabo, se sentía un ambiente completamente distinto una brisa suave, la mariposa, los pájaros cantando la rama de los árboles de mango meneándose llenaban nuestro corazón de alegría

Foto/ REGA

La expedición literaria de estudiantes y docentes del Semillero Reporteros UNISINU revivió la esencia de Gabriel García Márquez en su tierra natal y en los sitios que marcaron la vida e inspiraron el realismo mágico al nobel de literatura. En la plaza de Ciénaga, Magdalena, los estudiantes leyeron apartes de cien años de soledad para recordar ese doloroso episodio histórico del país..

Por: Carolina Delgado Lora y Gaby Pico Blanco (*)

Corresponsales del Semilleros Reporteros UNISINÚ

Este no era un amanecer cualquiera se podía sentir en el ambiente la emoción, expectativa y las ganas por llegar a ese lugar mágico del que tanto habíamos leído en los libros de Gabo.

La madrugada había estado cargada de lluvia las gotas corrían por los vidrios del bus, el frío se calaba por los huesos la profesora Kelly Negrete se preocupaba porque ese no fuera el clima que nos recibiera una vez llegáramos, ya que si era así retrasaría las actividades del ansioso grupo de estudiantes y docentes.

Los rayos de luz empezaron a entrar por las ventanas un sonido que nunca había oído llegó a mí y era el sonido de los rieles del ferrocarril del carbón que anunciaba su llega, al igual que nosotros, a Aracataca.

Mis ojos lo veían mi mente tardaba un poco en procesar lo que estaba viendo esos viejos vagones que hacían estruendo al pasar, aunque estuvieran vacíos, me hacían saber que no era un sueño que estaba probando un poco de ese realismo mágico de Gabo mientras el sol se alzaba muchísimo más.

Cuando llegamos a la plaza la emoción era incalculable todos cuchicheando sobre sus expectativas, tratando de analizar que por fin estábamos literalmente recorriendo las huellas de Gabo, se sentía un ambiente completamente distinto una brisa suave, la mariposa, los pájaros cantando la rama de los árboles de mango meneándose llenaban nuestro corazón de alegría.

Pero teníamos que dejar a un lado el asombro para poder hacer lo que tenemos planeado desayunamos y nos pusimos manos a la obra o mejor dicho a caminar bastante, primero, llegamos a la Casa Museo Gabriel García Márquez, esta nos recibía esplendorosa esa casa hermosa pintada a blanco y café, llena de letras que nos hablaban de Gabo y sus obras.

Esa misma narrada en Cien Años de Soledad que pertenecía a los Buendía, esa casa lineal llena de habitaciones, un comedor para 16 personas, esa misma llena de objetos cargados de historias, esas que también podíamos leer en las paredes, el estar ahí te transporta a una época totalmente diferente.

Una que otra mariposa revoloteaba por la casa y por ese patio tan amplio con ese árbol majestuoso que hablaba por sí solo de los años que llevaba ahí.

Luego nos trasladamos a la casa del telegrafista que nos envolvía con su historia de amor, ahí disfrutamos de esas pinturas que captaron nuestra atención por mucho tiempo los libros, el olor, todo ahí hablaba

Así mismo, nos encontramos con una colección mágica de máquinas de escribir que nos hablaba del paso del tiempo, una estatua de Gabo y de su abuela, así como también objetos de la época como un machete, unos clavos y una cinta métrica.

Disfrutamos cada palabra que era expresada por el guía se podía ver en la cara de todos el asombro y la curiosidad por tocar eso objetos, aunque fuera solo un momento muchos nos atrevimos a hacerlo otros fueron mucho más cultos.

Caminar por Aracataca se sentía como si estuvieras recorriendo un mundo totalmente diferente la gente tan amable al pasar, los murales que te hablan de Gabo y sus obras todo hacía que nuestras mentes volaran a esas páginas donde Gabo describía con tal perfección y saber que pasamos del realismo mágico a esa realidad palpable pero igualmente mágica.

Y así llegamos a la estatua de Remedios La bella y la estación del ferrocarril, la estatua color blanco, rodeada de bellas flores mariposas amarillas nos hablaban de esa jovencita inocente que Gabo plasmó en Cien Años de Soledad hoy se encuentra un poco desgastada ya que está expuesta al sol y al agua y ese color blanco un poco opaco, pero aun así no deja de maravillar.

Mientras unos alumnos grababan la lectura correspondiente a la estatua de Remedios La Bella El sonido del ferrocarril llegaba a nuestros oídos todos estábamos emocionadas por verlo una vez más, pero esta vez más de cerca ya que justo nos encontrábamos en la estación las campanas sonaron las barandas bajaron y ahí hacia la entrada triunfal el ferrocarril.

Todos lo que estábamos ahí parecíamos niños chiquitos petrificados disfrutando de la vista de algo que nunca habían visto antes llenos de asombro y alegría, unos sacaban rápidamente su celular para poder captar el momento en un video, pero otros simplemente nos quedábamos ahí como que si quisiéramos guardar ese recuerdo es lo más profundo y recóndito de nuestra memoria, pero también tatuado en nuestra alma para siempre.

“El tren pasaba a las cuatro de la tarde, y se veía venir desde muy lejos, cruzando el río Macondo, con un gemido prolongado y espeso de locomotora malhumorada que desgarraba la calma de la tarde, haciéndola hervir en el aceite caliente del reloj de sol de la estación, y avanzaba por el corazón de los plátanos con un ruido de espadas arrastradas por las piedras.” – Cien años de soledad.

Pero aquí no acababa todo teníamos que salir corriendo para poder estar a tiempo en Barranquilla el segundo destino en esta práctica llamada “Tras las huellas de Gabo”, pero no queríamos dejar atrás a Aracataca ya que esta nos había conquistado profundamente, muchos deseamos tener más tiempo para recorrerla aún más.

(Sigue después del video) 

De Macondo a la Cueva El Heraldo y Barrio Abajo

(viene de antes del video)

Al día siguiente la arenosa nos recibía con un sol radiante al igual que abrasador, teníamos tres paradas claras en nuestra mente La Cueva, el diario El Heraldo y Barrio Abajo, la primera de estas era La Cueva el restaurante bar donde Gabo solía reunirse con sus amigos y fue allí que nació el Grupo de Barranquilla lastimosamente no pudimos acceder a él, pero la pudimos disfrutar desde afuera ver las fotos expuestas el ambiente a su alrededor llena de flores igualmente mágico que todo lo que rodea a Gabo.

El tiempo jugaba en nuestra contra así que nos tocó correr hacia el diario El Heraldo, el primero que publicó una editorial de Gabo y no solo eso sino donde hizo su célebre columna La Jirafa, el edificio grisáceo con letras rojas era imponente y esas puertas de vidrio transparente que nos llamaban hacia adentro, nos topamos también a un señor amable con su caballo cochero en plena jornada laboral, pero eso no le impidió gritarnos alegremente ¡buenos días!

El profesor Ramiro Guzmán Arteaga miraba el reloj impaciente seguro de que nos diera tiempo de llegar a nuestra tercera y última parada en Barranquilla Barrio Abajo donde Gabo había vivido con su familia en su niñez, cuando llegamos los murales nos hacían sentir en un lugar completamente diferente, el bullicio del lugar, las personas amables que nos daban los buenos días y que nos indicaban hacia dónde ir.

También hicimos un recorrido por la casa Museo del carnaval de Barranquilla disfrutamos ver los vestidos de las reinas, esas coronas majestuosas conocer la historia del carnaval de Barranquilla y esos pequeños detalles que lo hacen único.

Pero esto solo indicaba una cosa que el viaje ya casi llegaba a su final, todos sentíamos como si estuviéramos saliendo de un trance o mejor dicho de ese mundo mágico de Gabo donde nos habíamos sumergido en Aracataca y seguíamos recorriéndolo en Barranquilla apelábamos a nuestros recuerdos y queríamos quedarnos ahí.

Habíamos sido privilegiados al poder palpar ese realismo mágico de Gabo caminar por las calles donde un día él caminó disfrutar de su gente y sentir por un momento que estábamos sumergidos en sus obras y pasar del realismo mágico a la realidad encantadora e igualmente mágica de Aracataca y Barranquilla tras las huellas de Gabo.

(*)Estudiantes de 4to semestre del Semillero Reporteros Unisinú del programa de Comunicación Social de la Universidad del Sinú Elías Bechara Zainúm. Docente: Ramiro Guzmán Arteaga

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