Foto/ REGA
En el recorrido que emprendieron los estudiantes del Semillero Reporteros UNISINU por los sitios en los que GABO estuvo o vivió, llegaron al parque de Aracataca en donde se encuentra la estatua de Remedios la Bella. Allí quedaron embelesados por la magia de Remedios La Bella. Esta vez la Estudiante Natalia Bertel Álvarez narra en esta crónica su experiencia.
Por: Natalia Bertel Álvarez (*)
Aracataca, Magdalena
La estatua, esculpida con la delicadeza de un suspiro, representa a Remedios la bella, la mujer que ascendió a los cielos en cuerpo y alma. Sus alas de mariposa, sutiles y luminosas, parecen a punto de batir, llevándola a un destino desconocido. Sobre un libro abierto y desgastado, yace su figura, como si las palabras impresas en sus páginas fueran las que la elevaron.
En la tierra de Macondo, donde los Buendía habían tejido una historia de cien años, Remedios la Bella se encontraba inmortalizada en una escultura blanca y pura. Eran las 12:36 pm en Aracataca, Magdalena; el sol brillaba con una intensidad que iluminaba cada rincón del parque mágico llamado Macondo.
Estando de frente a la estatua, el árbol de Macondo se encontraba a la izquierda de esta. Erguía majestuoso, sus ramas desnudas se extendían hacia el cielo. No había hojas, pero pequeñas flores o brotes asomaban tímidamente, como susurros de vida en un mundo impalpable. sus hojas verdes danzaban al ritmo del viento que soplaba con la dulzura de los recuerdos pasados. A la derecha, el ferrocarril resonaba con ecos de las historias contadas y vividas por generaciones.
Remedios la Bella, quien en vida había sido un enigma encantador y sutil para los habitantes de Macondo y más allá, ahora se encontraba plasmada en piedra blanca. Sus ojos parecían mirar hacia el infinito; un infinito donde “los años pasaban como minutos” y donde “las horas tenían la inmovilidad del musgo”.
En esa tarde mágica e inmortalizada, Remedios estaba rodeada por flores vibrantes que parecían brotar con cada respiro del viento. Era un espectáculo visual que traía a la mente las palabras eternas de Gabriel García Márquez: “La sabiduría nos llega cuando ya no sirve para nada”.
El árbol de Macondo, testigo silencioso de los amores y tragedias de los Buendía, se alzaba como un faro de memoria. Sus raíces se hundían en la tierra, conectando pasado y presente. El ferrocarril, con su incesante vibración, recordaba las llegadas y partidas, los sueños y desencantos.
La escultura de Remedios, con sus alas de mariposas extendidas, parecía a punto de elevarse. ¿Hacia dónde? A ese lugar donde no la podrían alcanzar ni los más altos pájaros de la memoria. Llevándose quizás las sábanas de la casa de Fernando del Carpio. donde los personajes literarios cobran vida y los recuerdos se vuelven eternos.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento…”así comenzó la historia que se entrelazaba con la realidad en ese preciso momento. Remedios La Bella estaba allí, no como una mujer real sino como un homenaje eterno a la belleza efímera e inalcanzable.
Las flores rosadas adornaban el paisaje como si fueran pinceladas del realismo mágico que García Márquez había plasmado en sus palabras. Cada pétalo era un recuerdo; cada hoja, una historia.
En ese instante momentáneo pero eterno a la vez, Aracataca se convirtió no solo en un lugar geográfico sino también en un espacio donde la ficción y la realidad coexistían sin fronteras definidas.
“El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.” Así era Macondo, y así era Remedios La Bella, vista en la piedra y en las palabras como un puente entre lo visible y lo invisible, entre lo humano y lo divino.
“La belleza efímera es una de las formas más sutiles de la tristeza.” Gabriel García Márquez lo sabía, y en esa escultura blanca, en ese rincón de Macondo, lo expresó con la maestría de un mago literario.
Lo invitamos a ver el siguiente video en el que en cuatro serie se complementa y enriquece la investigación adelantada por los estudiantes del semilleroReporteros Unisinú
(*) Estudiante de 3r semestre de Comunicación Social, de la Universidad del Sinú-Elías Bechara perteneciente al semillero Reporteros UNISINU.