Por: Ramiro Guzmán Arteaga (*)
El libro Hermanos de Sangre, del periodista y abogado Antonio Sánchez Sánchez (a quien prefiero llamar Toño Sánchez Jr.), se encuentra caliente en las librerías, después de haber salido victorioso de esa especie de horno crematorio a que son sometidas las obras por parte de las editoriales.
Debo confesar que antes de leerlo llegué a pensar que podría ser uno de esos libros de carácter efímero, que son escritos de acuerdo a los intereses económicos de la línea editorial, tan solo para ser vendidos, consumidos y luego desaparecer para siempre, como el pan caliente. Pero ahora puedo decir que Hermanos de Sangre está escrito sobre una base objetiva, y con los requisitos de lo que los académicos del periodismo suelen llamar “El gran reportaje” o “Reportaje en profundidad”.
Pienso que la denominación es la de menos, pues en ese sentido y a la hora de clasificar los géneros, periodistas y académicos, difícilmente nos ponemos de acuerdo. Sin embargo, lo importante en el libro es que está escrito en un lenguaje que gusta e impacta para que lo lea todo el mundo de un solo golpe y desde la primera hasta la última línea.
De manera que, visto desde el reportaje, lo que más enriquece de la obra es la capacidad de descripción y observación, producto de una investigación rigurosa y sistemática, de pacientes entrevistas a los personajes, propio de quien conoce el tema en profundidad, enriquecido por el contexto de la grave situación de violencia que ha padecido el país y en particular el departamento de Córdoba.
Mucho más allá de “La historia de la muerte de Carlos Castaño”, a manos de “Móvil 5, un jornalero a su servicio, ordenada por su hermano Vicente Castaño, es el tono de denuncia, sobre el matrimonio que se dio en Córdoba entre guerrilla (Epl), paramilitarismo, narcotráfico, delincuencia común y la corrupción que permeó a toda la sociedad y partidos políticos, incluso a la misma izquierda y grupos guerrilleros. Y de como los grupos de autodefensa, al igual que la guerrilla, perdieron su rumbo inicial y fueron a parar a las mismas entrañas de los carteles del narcotráfico.
Hermanos de Sangre revela la forma en que Córdoba dejó de ser el departamento provincial en el que todos nos conocíamos y en el que, incluso, vivían hacendados filántropos, que terminaron endosando sus ricas haciendas a grandes capos nacionales e internacionales. En particular, de cómo el sector rural de Montería, por el abandono del Estado, pasó a ser en mayor parte, propiedad de los grandes carteles de la droga y se convirtió, de la noche a la mañana en el “Miami costeño”.
De modo que creo que se equivocan quienes de un solo plumazo pretenden descalificar el libro solo porque lo relacionan con la forma de pensar y actuar del autor, y, peor aún, sin haberlo leído. Sin pretensiones ideológicas, el libro nos muestra una realidad “a ras de tierra”, o “a raja tablas”, dentro de lo que el maestro del periodismo clásico Martín Vivaldi denominó: “un mundo realista en el que no hay más remedio que admitir y afirmar que las cosas son tal y como son”.
No podemos afirmar del todo que la obra no refleja la caracterización ideológica de Toño Sánchez, después de todo cada actuar humano lleva un sello ideológico, pero esas críticas las hace cada quien, desde su propia mirada, y en ese sentido, personalmente, NO cumplo un papel de adoctrinamiento en contra ni a favor del autor. Que cada quien juzgue desde el color del cristal que la mire. De mi parte acabo de leer una muy buena obra periodística, que me atrevo a recomendar.
(*) Periodista y docente de la universidad del Sinú-Elías Bechara Zainúm.