Relato de una víctima más del entorno de violencia y vicios que se vivía en la comuna 13 de Medellín. Y de la prostitución, como método para salir adelante y sus altibajos.

Yeison Javier Garay Portacio (*) 

Es una noche de 2016, en Apartadó, Antioquia, compartiendo unos guaros y una peculiar charla con Andrea, o la “Zarca”, como es más conocida entre sus más allegados. Estamos en uno de los aposentos de su lujoso apartamento. Ella, en medio de la conversación comienza sincerándose un poco con la expresión: “sabes…sin duda, sin tetas no hay paraíso no está tan alejada de la realidad”. Prosigue, tomándose el trago de guaro que tiene entre sus manos, para contar lo duro que fue su vida de adolescente y el entorno tan terrible en el cual vivía.

En el año 2000, Andrea (con aproximadamente 15 años), vivía en la comuna 13 de Medellín, sector que en su tiempo fue conocido por su terrible reputación a causa del vandalismo, la droga, el sicariato, la venta de mujeres o tratas blancas entre muchas cosas más.

Pasando una necesidad terrible en su casa y sin tener otra opción, Andrea prosiguió a la necesidad de emprender en los caminos de venta de mujeres, quienes en este caso eran sus amigas de infancia. Jocosamente ella dice: yo tenía a la catalina, la Ximena, la Paola, la Vanessa y yo pues obviamente que era (La diabla). Ambos reímos. Las cuales pasando por las mismas necesidades no dudaron en decir que sí.

Comienza a recordar vagamente y dice: Yo…conseguía contratos con gente muy influyente de los medios, gente importante de Medellín, de lo más blanco de la ciudad. Pero obviamente también de lo más oscuro de la ciudad, lo que vendría siendo narcos y gente que su dinero obviamente no estaba limpio, no todo era bueno, pero pues ¡Por la necesidad baila el perro!

¡Nos pagaban en dólares! –exclamó con entusiasmo-. Al fin teníamos todo lo que queríamos y vivíamos cómodamente lleno de muchos lujos y excentricidades, pero sabíamos que no queríamos permanecer mucho en ese mundo tan asqueroso y menos después de que todo se comenzara a torcer.

Uno de los clientes recurrentes, se encapricho con una de ellas a tal punto de tener una obsesión enfermiza de celos, llegando a acabar con su vida porque ésta le rechazó debido a que si no era de él no era de nadie. A otra le mataron al hermano porque se enteró de lo que hacía ella e intento sacarla de ese mundo, pero no fue suficiente, ella optó por huir. las demás simplemente, la ambición pudo más.

Ahora suspira, con la mirada ausente hacia la pared y con la copa de licor alzada expresa: yo estoy viva y fuera de ese mundo, gracias al papá de mi hijo. Ahora devuelve la mirada a uno de los cuartos. Si no fuese por él o más por ese pequeñín que está allá, quien sabe que fuera sido de mi vida o en que cuneta de medallo me fuesen encontrado muerta.

La Zarca se toma el trago y caminamos al balcón. Eso si te digo: ¡la saqué barata!, pero que se espera de mis amigas que nunca pudieron salir de ese mundo, de todos los que están perdidos en vicios y a los que les toca matar para comer, porque si te puedo decir algo, es que, lo que muestran en todas esas narco-novelas no se asemejan a la realidad de Medellín, porque medallo a pesar de no ser hoy, lo de hace unos años, ¡Aun sigue siendo otro mundo!

(*) Estudiante del semillero Reporteros Unisinú del programa Comunicación Social de la Universidad del Sinú-Elías Bechara Zainum

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